El caso de Genie es uno de los más investigados y que más ha llamado la atención pública y científica. Genie fue una niña que permaneció encerrada por sus padres en una habitación durante más de una década donde fue aislada y maltratada.
Este caso sale a la luz el 4 de noviembre de 1970 en California. Cuando la madre consigue huir de la casa familiar. Al necesitar dinero, la madre acude a una oficina donde la trabajadora que las atiende se da cuenta de que algo extraño le pasa la niña. Al principio creía que tenía autismo y solo siete años pero tras descubrir su verdadera edad, 13 años, avisa al supervisor y la policía y en ese momento la niña pasa a estar a cargo de los servicios sociales. Después del descubrimiento de Genie los padres son acusados de abuso y antes del juicio el padre se suicida con un tiro y dejando una nota "el mundo nunca lo va a entender".
Tras una primera reconstrucción de los hechos se descubre que la niña, malnutrida, había estado aislada en una habitación sin prácticamente relacionarse con ningún ser humano y atada a una pequeña silla desnuda. Esta niña nace en 1957 en una familia inestable y completamente desestructurada. Con una madre medio ciega que alegó cuando se casó que su vida había muerto y un padre que odiaba a los niños y que maltrataba a su madre y al hermano mayor de Genie tanto física como verbalmente. A los 20 meses de edad tras una visita al médico debido a su retraso en la aparición del lenguaje le advierten a los padres que podría ser retrasada mental. A raíz de este diagnóstico el padre, Clark Wiley, la aísla de su madre y su hermano encerrándola en una habitación con el pretexto de protegerla.
Sin embargo, Genie no es el nombre de la niña sino un apodo con el que proteger su identidad. “El nombre del caso es Genie. Este no es el verdadero nombre de la niña, pero pensamos en lo que es un genio; un genio es una criatura que sale de una botella o lo que sea, y emerge a la sociedad humana más allá de su infancia. Suponemos que en realidad no es una criatura que tuvo una infancia humana“, explicó Susan Curtiss en unos 1.997 en el documental titulado Secretos de la niña salvaje.
Tras una investigación más profunda se descubrió más hechos que el de que estuviera atada y desnuda en una silla con movilidad solo en las manos y pies. Cada vez que Genie hacía un ruido el padre para intimidarla daba golpes a la pared o incluso iba hasta la habitación, situada en la parte trasera de la casa, y la pegaba hasta que se callaba o sacaba los dientes y gruñía como un perro para asustarla. El padre también impedía que cualquier miembro de la familia se acercara a la habitación para intentar interactuar con la niña e incluso obligaba al hermano de esta a que actura como un perro para intimidarla.
Tras las primeras evaluaciones de Genie con lingüistas y psicólogos solo encontraron a una aparente niña de 13 años que tenía la capacidad cognitiva de una niña de 1. Y que escupía, que no tenía capacidad de enderezar ni las piernas ni las manos, con una gran dificultad para caminar debido a la debilidad de los músculos, con incontinencia, sin capacidad de masticar y mucho menos tragar ya que nunca había comido nada sólido. Y por supuesto no sabía hablar. Solo reconocía su nombre y palabras negativas como "no" "para" o la palabra "curar". No sin antes haber acudido urgentemente a un hospital por su extrema malnutrición. Además no reaccionaba a la temperatura al no haber llevado nunca ropa. Como nunca había mirado a una distancia mayor de tres metros, tenía gran dificultad para enfocar a distancias mayores. Genie utilizaba su cuerpo y objetos para hacer ruido y ayudarse a expresar su frenesí: arañaba el suelo con una silla, sus dedos rascaban los globos, volcaba los muebles, lanzaba objetos y los golpeaba, arrastraba los pies...
Varios investigadores se interesaron por su caso viéndolo como una vía para desarrollar sus estudios sobre el lenguaje y el cerebro humano. Durante largos meses Genie fue sometida a decenas de pruebas, que tenían un valor más enfocado a lo experimental que a lo terapéutico. Mientras que numerosos investigadores se peleaban por ver quién se quedaría con su caso.
Entre estos destacan la Dra. Jeanne Butler que se le asignó el caso casi por accidente y que solo era una buscadora de fama a costa de la niña. Otra pareja de científicos formada por David Rigler y su esposa Marilyin, que se convirtieron en padres adoptivos. Este destacó que la niña tenía una capacidad innata de conectar con la gente a través de la mirada. Durante los cuatro años que permaneció con la pareja aprendió frases cortas, a sonreír y expresarse a través de dibujos.
Otros fueron la lingüista Susan Curtiss que estudió a la niña en base de su desarrollo gramatical y las razones que la distinguían de un niño con un desarrollo normal. James Kent, psicólogo encargado de proceso de adaptación de esta y que la describió como “la niña más profundamente dañada que he visto en mi vida… la vida de Genie es un desierto”. Genie se encariñó con él y cuando se tuvo que despedir de este mostro un sentimiento de tristeza que destacó el primer indicio de que sí podía entablar una relación. Jay Shurley psiquiatra especializado en gente que ha sido aislada de la sociedad y que destacó que si realmente la niña era retrasada o el cerebro estaba dañado por los abusos de su padre.
Actualmente vive en un hogar de cuidado para adultos en algún lugar secreto del sur de California. No se sabe prácticamente nada sobre su condición actual ni si aprendió a hablar o es feliz. Lo que sí se sabe es que ha quedado un debate sobre las pretensiones del estudió pasando por encima las necesidades vitales y emociones de las personas estudiadas. Como en el caso de Genie que tras pasar por numerosos investigadores y casas de acogida fue abandonada a su suerte y olvidada cuando dejó de ser "interesante".
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